martes, 12 de marzo de 2013

CAMPAMENTO CHICLERO KM. 47


Muchos fueron los campamentos chicleros que se establecieron en el estado de Campeche, y varios de ellos estuvieron en lo que hoy es el Municipio de Escárcega.
Debido a que la compañía norteamericana The Lagune Corporation era una empresa muy competitiva, a tal grado que mandó a construir una pequeña vía férrea angosta que atravesaba el corazón de la selva campechana.
Dicha vía férrea de 57 kilómetros de largo unía a la finca Matamoros, que se encontraba en el centro de la selva; con Pital. Este último estaba ubicado a orillas del río del mismo nombre.
Esto propició que se instalaran pequeños campamentos chicleros a lo largo de tan mencionada vía; tales como: San Isidro, Km. 18, Km.27, Km. Km.36, Km. 47 (hoy Escárcega), y finalmente la finca Matamoros.
Cabe mencionar que estos campamentos tenían estos nombres debido al kilometraje que existía de Pital a la finca Matamoros.
Varios de ellos se ubicaban cerca o a un lado de las aguadas. Debido a la importancia que representa el vital liquido.
El campamento chiclero Km. 47, al cual nos enfocaremos; con el correr de los años sería decretado el ejido Escárcega y más tarde el noveno Municipio del Estado de Campeche.
Al principio, este campamento era una parada obligatoria donde se abastecían de agua, ya que existía una aguada llamada Mariano Abasolo, en honor a un caudillo de la lucha de la Independencia de México.
Esta aguada estaba ubicada a un costado de lo que actualmente es el parque infantil “Cándida Domínguez Vaquerizo” ex parque Lool Bek.
Dicha aguada como ya hemos mencionado anteriormente, dotaba del vital líquido a los operadores del pequeño tren denominado el Atotonilc, a la locomotora y a los trabajadores chicleros.
Por lo que se cuidaba de no ensuciarla, no bañándose o introduciendo trastes sucios; no obstantes esta agua no era lo suficientemente confiable para evitar  enfermedades.
En este campamento chiclero se construyó una bodega hecha con madera de la región y con techo de teja francesa; con el propósito de poder controlar y facilitar la entrega de los productos (maquetas de chicle, recolectadas por los mismos trabajadores). Así como el recibo de mercancías procedentes de ciudad del Carmen, para los trabajadores de la finca Matamoros.
En este lugar se almacenaban los productos que luego serían trasladados por medio del pequeño ferrocarril hacia pital. Para luego cruzar con gallardía la Laguna de Términos en pequeñas balsas.
La bodega estaba ubicada a escasos 600 metros de la aguada del campamento, y dependía de la central de Matamoros en donde se encontraba la oficina de campo.
En este campamento los trabajadores chicleros  construían champas para que vivieran durante la temporada; éstas eran hechas con troncos delgados, de dos aguas y techado de guano, además hacían como asientos bancos de troncos delgados y tapancos para colocar sus provisiones, era común que el chiclero llevara una hamaca para protegerse de la frialdad del suelo y pabellón para resguardarse de los insectos; de igual manera se hacían champas destinadas a la cocina y comedor que realizaban los mismos trabajadores. 
Este campamento lo conformaban de 12 a 20 trabajadores solteros o con familias.
El trabajo del chiclero era extenuante, se trabajaba de sol a sol, salían desde la madrugada y volvían al atardecer; de lunes  a sábado por espacio de 6 a 8 meses era este rudo encuentro con la naturaleza para extraer la savia del chicozapote.
Algunas veces eran los sábados y otras veces los domingos, días que dedicaban para el cocimiento de la resina extraída y enmarquetarla,
Al chiclero se le pagaba el quintal de chicle a 10 pesos, algunos alcanzaban alrededor de 500 a 100 pesos, de ello se descontaba la mitad del pasaje de su familia y las mercancías adquiridas, al final de cuentas percibían una miseria, pero esto, era mejor que ir al campo.
El Capataz de este campamento era el Sr. Remigio Ayuso, que era el encargado de vigilar que los chicleros cumplan con su cometido,  distribuir las provisiones de las cocinas, resolver cualquier dificultad que se presente en el campamento, etc.



 Las provisiones eran introducidas a los campamentos con tres o cinco mulas jaladas por el arriero, se tardaba de dos a tres días de camino, ya que las brechas estaban en pésimas condiciones debido a la inclemencia de tiempo, la lluvia. Era verdaderamente una labor titánica lo que realizaban estos trabajadores.   
Mientras todo esto sucedía en el monte, en el campamento se quedaban las esposas o cocineras, regularmente venían de Tuxpan Veracruz y Ciudad del Carmen, algunas eran inmigrantes y otras hijas de chicleros que se habían crecido en la selva.
Ellas eran las encargadas de preparar los alimentos que consistían básicamente en arroz, fríjol, café aguado y escasas tortillas, estas provisiones eran proporcionadas por la compañía y en ocasiones la complementaban con carne de animales que cazaban (venado, armadillo, puerco de monte, entre otros).
Al regresar el chiclero, se reunía en la cocina donde le daban de comer y después iban a reunirse con sus familias a pasar el resto del día.
Todos los trabajadores chicleros convivían como hermanos, pues la mayoría era gente de fuera con diferentes costumbres, tradiciones, lo cual permitió la mezcla de ellas. Por ejemplo las cocineras tabasqueñas hacían pozol a sus esposos, bebida que se preparaba con nixtamal bien cocida y después es molida en molino manual, se amasa y se prepara en pequeñas bolas, el cual sustenta al estomago mientras llega la hora de la comida.
Algunos chicleros al terminar la temporada de chicle emigraban a su lugar de origen, otros preferían quedarse y esperar hasta el siguiente año, mientras tanto se dedicaban a la actividad agrícola en el mismo lugar.



Sánchez Guzmán, Abraham, Origen y Desarrollo de Candelaria, Carmen Campeche (1880-1982), (tesis) Facultad de Humanidades, UAC, Campeche, Camp. 1997, p.63
Daniel Cantarell, Alejandro, Campeche: Raíz de un pueblo. Cit. p. en Tribuna 8/08.  

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